Tips

Cada planta es un mundo, pero hay algunas buenas prácticas que está bueno conocer y que generalmente aplican a todas. 

  1. RIEGO
    La mayoría de las plantas requieren lo que se llama "riego moderado", esto quiere decir que regamos cuando la tierra está seca. La mejor forma de saberlo es metiendo el dedo o un palo de madera en la tierra. Si tenemos dudas, esperemos un par de días para regar. El tip del palito o del dedo es importante porque si tenemos plantas que solemos pulverizar con agua para generarles el ambiente húmedo que necesitan, la superficie de la tierra va a estar húmedo. Por eso recomendamos fuertemente asegurarnos de que la tierra esta seca con este método casero. 
    Es importante saber que siempre es mejor pasarse de seco que de húmedo ya que una planta sedienta revive con una buena regada, mientras que una planta ahogada es muy difícil de salvar. 
    Otro tema a tener en cuenta es que los síntomas de una planta sedienta y una planta ahogada son muy similares (hojas amarillentas/secas o con manchas negras, textura blanda en hoja y tallos (como si la planta estuviera babita y/o desmallada), pérdida de hojas, etc. Esto hace que muchas veces pensemos que le falta agua cuando en verdad le sobra. Atentos con esto. 
    Si tenemos nuestra planta en un portamacetas, aseguremos no de que no le quede mucha agua en el mismo luego de regar. Es probable que las raíces no lleguen a tomar toda el agua y que la misma se pudra, lo cual deviene no solo en el ahogo de la planta sino en un lugar propicio para los mosquitos y otros bichos, como la mosca de la humedad.
    Una costumbre que heredamos es la de sacar nuestras plantas de interior al exterior cuando llueve. Si bien la idea de darles agua de lluvia es correcta, el traslado de su lugar a otro no es algo placentero para la planta.
    Por último, debemos tener en cuenta que el riego no es siempre el mismo. Es por ello que en verano debemos regar más que en invierno ya que la temperatura es más alta y esto provoca que la tierra se seque más rápido. Entonces, siempre debemos estar atentos a los cambios de estación y no acostumbrarnos a una rutina. Devuelta, la clave es regar cuando la planta lo pide. 
    Ya sabemos cada cuánto regar, ahora tenemos que saber el cómo. Un riego adecuado es aquel en donde humedecemos toda la tierra. Como sabemos, las plantas toman nutrientes del agua y del sustrato, es por eso que la forma correcta de regar es mojando toda la tierra y la forma de hacerlo es regando abundantemente hasta que drene bien el agua. 
     
  2. SOL
    Todas las plantas necesitan luz natural para poder hacer la fotosíntesis, crecer y vivir. Dependiendo de qué tipo de planta tengamos la cantidad de sol, directo o indirecto, que requiera. La mayoría de las plantas de interior son aquellas que no toleran el sol directo (quema sus hojas), mientras que las de exterior son aquellas que necesitan de buenas dosis de sol para desarrollarse. 
     
  3. UBICACIÓN
    Sabemos que hay plantas que son de interior y otras de exterior. Ahora bien, ¿dónde ubico mi planta? Esto lo vamos a descubrir en la convivencia. Sabemos si es de interior o exterior dependiendo de la resistencia que tenga al sol directo. Si es de exterior, depende de la planta la cantidad de exposición que necesite al sol y de la resistencia que tenga a las correntadas de viento. Si es de interior, la mejor forma de saber la ubicación es probando. Si vemos que la planta no se desarrolla en el lugar que pensamos entonces es probable que no le guste y ahí es donde debemos buscarle su lugar en la casa. Cuando la planta encuentra su lugar lo vamos a notar porque se va a poner súper hermosa. 
    Algo importante sobre la ubicación es comprender que las plantas no se trasladan, con lo cual, no es recomendable cambiarlas de lugar. Una vez que encontramos su lugar, ahí debe quedarse. 
     
  4. TRASPLANTE
    Al igual que con la ubicación, el trasplante es algo que debemos hacer como mucho una vez cada dos años. Es muy raro que una planta que fue ubicada en una maceta acorde a su tamaño requiera un trasplante en el corto plazo. Si a nosotros nos traumatizan las mudanzas, a la planta le pasa lo mismo. En este sentido, recomendamos que cuando recibimos nuestra planta no la trasplantemos hasta que pase por lo menos un par de meses ya que se está acostumbrando a nuestra casa y eso ya es un montón. Si no nos gusta la maceta en la que vino, recomendamos compra una más grande para utilizarla como porta maceta y, una vez que la planta requiera trasplante, ahí la pasamos tranquilos. 
    Una idea muy común es pensar que si le damos mucho espacio a una planta va a tener el lugar para desarrollarse y va a crecer más rápido. La lógica es correcta, pero está mal aplicada. Las plantas requieren de una contención y si colocamos una planta en una maceta muy grande las raíces no van a tener esa contención y, aún más problemático, no van a lograr absorber toda el agua de la tierra lo cual deriva en que esta se pudra y mate las raíces. ¿Qué debemos hacer entonces? Trasplantar de forma progresiva y en macetas adecuadas a la necesidad de la planta. Ejemplo: recibo mi planta en una maceta nro. 18, a los dos años la paso a una nro. 24 y así. De esta forma vamos acompañando el crecimiento de nuestra plantita. 
    Las claves de un buen trasplante son: maceta adecuada, buen drenaje (agujero en la maceta y una base de piedritas) y un buen sustrato (dependiendo de la planta los componentes del mismo, pero siempre es bueno tener partes de tierra, compost, turba, perlitas, etc.). Una vez que trasplantemos debemos regar bien para que la tierra se asiente. 
    Un buen tip, llenar de tierra la maceta dejando al menos tres dedos libres para que cuando regamos no hagamos enchastre.
     
  5. LIMPIEZA
    Un punto clave a tener en cuenta con el cuidado de nuestras plantas de interior de hojas anchas es la limpieza de las mismas. Como sabemos, las hojas son las responsables de tomar todos los nutrientes del sol que necesita la planta, es por ello que es importantísimo que estén limpias ya que el polvo evita que puedan absorber la iluminación que necesitan. Cuando de plantas de interior se trata, al no estar expuestas al viento y la lluvia que permitan su limpieza natural, vamos a notar que con el correr de los días se va a dar una capa de polvo; como pasa con los estantes y los libros de una biblioteca, pasa también con nuestras plantas. En conclusión, limpiar las hojas de nuestras plantas no responde a una mera cuestión estética, sino que hace a la salud de nuestras compañeras. 
    Ahora bien, ¿cómo las limpiamos? Hay muchísimas teorías y recetas que van desde el jabón blanco hasta la cerveza, pero a nosotros la que mejor nos funciona es trapo de cocina seco. Agarramos un trapo seco y frotamos las hojas. La propia humedad de la hoja de la planta nos va a ayudar a sacar el polvo. Si usamos un trapo húmedo vamos a notar que al secar se ven marcas. 
    Es cierto que existen aerosoles y productos para limpiar las plantas que también pueden ser utilizados, pero antes de entrar en gastos proba con un trapo seco y contanos qué onda. 
     
  6. FERTILIZACIÓN
    En desarrollo. 
     
  7. PLAGAS
    En desarrollo.

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